Ese animal que engaña mi vientre

Crónicas del Olvido/Alberto Hernández

Ese animal que engaña mi vientre1.
No basta que a orillas del Mediterráneo alguien desde la mudez advierta una ciudad que no termina de irse, la que a veces se retuerce en los recuerdos, en la piel renegrida de la estatua, la de aquella mujer que vendía pescado en el puerto y se adentraba por las calles con su voz marina y metálica. Aquella que recogió Eugenio d´Ors y convirtió en mito. La misma que en el libro del escritor catalán apareció en imágenes de salvador de Dalí, motivo de creación del llamado “método paranoico crítico que el loco pintor catalán desplegó con sus bigotes. Los cercanos en agua y saliva, Federico García Lorca y Luis Buñuel, la tuvieron cerca. La misma Lidia Noguer i Sabá -¿hija de las últimas brujas de Cadaqués?- se creía ser otra mujer, la protagonista de La ben plantada que de d´Ors ha revelado ante los ojos de aquella parte de España. Es la Lidia de Cadaqués que recibió a Pablo Picasso en su hostal . La “musa obstinada” que nombra Vicente Pagés. Finalmente, la estatua de una mujer frente al mar azulísimo. Mujer de pelo alado por el viento. Sobre la cabeza, el envase donde los cadáveres de los pescados navegan su imposible ilusión.
Entonces, sin batirse contra las olas, Juan Martins la recrea en ese primer poema de este libro que avanza a empellones entre las imágenes de una ciudad cargada de sonidos, de silencios, de olores, de referencias y levitaciones.
Lidia de Cadaqués es el nombre que veo sobre las sinuosidades del mar y ante tus pies de barro. Sé que le acompañas cuando morías de ti. Y ahora descansas de la memoria. Todo se agrume en la voz del pintor que supo recitar sobre la piel. Si ese sueño fuera surrealista entonces esa memoria es el polvo de Portlligat que te tiene para su gloria en el nudo de las paredes. Siempre escribo con minúscula tu sensualidad y me educa en la mística del pincel. No pudo poseer tus sueños pero tu trazo penetra cualquier sentido de pureza. Así logro imaginar que tu vientre suda por los
labios del incesto.
La ciudad dentro de este nombre que se agita a las orillas de un mar interior. La ciudad tan ansiada frente al pozo oscuro de la noche, el que es agua silenciosa mientras alguien repite la imagen de la vendedora para hacerla un sueño.
Este libro de Juan Martins obra como un viaje interminable, en el que el poeta mira desde su propia sombra la ciudad que con él se desplaza, la que se ha quedado atrás y la que se deslinda del tiempo y es nueva en otro poema donde las “calles encarnan el bestiario de la noche”.

2.-
Ciudad y mujer en una metáfora que recorre todo el libro. Un paisaje que toca –de soslayo- la figura del padre, la piel de quien hace poco se hizo a un viaje y no ha terminado de marcharse. Entonces, la ciudad también es esa memoria, ese dolor leve pero hondo, pegado a la imagen de Hipatia, la que aún respira en el cuadro de Rafael Sanzio, la de la Alejandría culta que le permitió ser la primera mujer matemática de la historia. La mujer/ ciudad, la mujer apedreada, descuartizada y quemada, como una calle, como el final de una avenida.
Esta ciudad no la tengo metida en el corazón
vengo por un pedazo de poema en tu boca.
He allí ellas, la ciudad y la mujer, la desconocida que vierte su sangre en las anteriormente señaladas. Hechas poema en esta aventura que Martins ha sabido construir en medio de la premura cardíaca del pequeño mundo que nos rodea.
El lector que encare estas páginas se hará parte del tono de cada uno de sus textos. Es un libro donde ningún tema compite con otro. Es un texto solitario, unido por la pausa que le imprime la respiración o el ahogo. Texto unitario, borroso cuando se deja a un lado. Lento, pleno de una paz que llega a dolor. El poeta se deshizo de parte de la piel para poder entrar y salir de sus imágenes.
Dice casi al final:
Despertar es una forma simbólica de ser muerte. Déjela descansar
para que no entre la noche. Y con ello se va el sentido de esta utopía: dar
por seguro que los cuerpos se aman en la oscuridad de la ciudad.
Quedan sonidos a los pies de la mujer detenida en el bronce. Hay voces que la cercan. La ciudad se multiplica en la noche, silabea el desgano y la alegría de verse en ella misma, en el animal que la consagra y la disipa.
La ciudad de este libro se recrea en el estado de ánimo del poeta: quien escribe se deshace en la memoria de los que han pasado por ella. Que cada lector lo convierta en parte de su soledad, en parte de su aliento.

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Ensayar para un ensayo

Alberto Hernández

Tavares BookCoverEscribir como quien escribe un libro para retozar alrededor de él, o mecerse en un columpio. Escribir para ensayar los pasos de un baile y luego leer a un poeta, “explicarlo”, analizarlo, desnudarlo. Escribir para buscar a alguien en India o encontrarlo en un reino, adentrarse en Jerusalén, aprender a elevar preces mientras el humor destaca, son algunas de las peripecias que Goncalo M. Tavares usa para deslizarse feliz entre los géneros y hacerlos a un lado y crear el que él extiende como sábana en la cama. O como mantel sobre una mesa donde las palabras están tan vivas que muerden.

Juan Martins lo aborda, lo usa como ariete para adentrarse en un mundo, en un paisaje diverso de escritura que lo ha convertido en uno de los escritores más importantes de la lengua portuguesa y ya traducido a muchísimos idiomas forma parte de una leyenda viva, literaria, existencial, imaginativa, imaginaria, desdoblada en todas las maneras de decir en el trazo de su escritura, a través del idioma que ha dado a Camoens, a Pessoa y ha cabalgado sobre el lomo de sus libros como una demostración de que escribir se sujeta a la plena libertad de inventar y hasta de burlarse de quien lee o no lo hace, porque de alguna manera el que no lector es también personaje.

¿Cómo escribe este hombre?

De diversas maneras, pero más lo que escribe ese tallador de aventuras verbales, vertiginoso en todas sus inclasificables libros: novelas que no son novelas, cuentos que se derriten en un poema o en una burla tierna, ensayos que son vehículos a toda o poca velocidad. Ensayos para ensayar y ensayarse. Poesía que se hace conferencia, personajes y señores del mundo de las letras que son tuteados, reunidos para adentrarse en un verso y removerlo, quitarle la ropa, añadirle otros verbos y adjetivos. En fin, un sujeto que bien vale tenerlo presente como lo ha hecho Juan Martins en su estudio, quien desde lo académico nos lleva a su yo y se emparenta con Tavares, con toda confianza, porque así trata el autor portugués nacido en Luanda (Angola) a quien osa leerlo.

Es decir, leemos a Martins y luego desembocamos en Tavares. O viceversa. Martins registra la escritura de Tavares y seguramente Tavares volverá la cara y registrará la de Martins. De sangre lusitana ambos, habrá alguna complicidad desde estos trópicos que tiene todo de absoluto.

Hablar de este escrito, habitante de la Lisboa de Fernando Pessoa, deviene aventura gozosa, y así lo hace saber nuestro ensayista que ensaya con Tavares. Desde los libros que ha leído, ya ha sido leído desde Tavares, porque este autor –en su lúdica exposición- es, sin lugar a dudas, uno de los escritores más felices del planeta. No tanto por la fama de la que ahora disfruta, sino porque escribe desde el goce, desde una felicidad protegida por la libertad individual, solitaria o colectiva en la que se podría mover mientras hace que –por ejemplo-  algunos “senhores” de la literatura sean “abusados” por él en entrevistas en las que André Breton, T.S. Eliot, el hombre de las correspondencias, Swedenborg; los señores Walser y Kraus sean diagnóstico y pronóstico en las manos de Tavares, quien los pasea por un juego donde también participa Bach en un “barrio” de edificios, vecinos todos del portugués.

De tanto en tanto, otros libros, varios que Juan Martins revela a quienes poco o algo sabemos de este trazador de aventuras nacido en 1970, quien se ha hecho acreedor de importantes premios en medio mundo.

Ensayar para un ensayo, aquí queda como entrada y reconocimiento a esta investigación del escritor Juan Martins, ansioso indagador de la literatura portuguesa desde una tierra en la que viven muchos lusitanos que podrían ser parte –ojalá- de las inteligentes travesuras de Goncalo M. Tavares, quien nos acaba de encontrar en sus páginas y Juan nos lo acaba de regalar en esta búsqueda incesante que debe ser atendida como se atiende un libro para llevar a todas partes.

(Nota / Prólogo para el libro de ensayos de Juan Martins “Goncalo M. Tavares: “El secreto de su alfabeto”, publicado con los auspicios del Instituto Portugués de Cultura y el Instituto Camoes Portugal / Ministério Dos Negócios Extrangeiros. Editado por Ediciones Estival, Maracay, 2019)

 

Él es Vila-Matas, no soy Bartleby

Destacado

Vila-Matas y su navegación: «Reunidos todos los personajes, en la búsqueda permanente de una unidad que al final se desvanece, Enrique Vila-Matas se construye personaje en esta aventura que Juan Martins ha asumido para deshacerse de sus propios fantasmas. No es de extrañar que el autor de este ensayo, un dramaturgo que se ha visto acompañado del relato y de la poesía, entre en el laberinto de una escritura en la que el escritor barcelonés es el centro, el magma que lo hace andar de puntillas sobre la lava de las palabras para alejarse, paradójicamente, de unos personajes que lo han abordado y acosado por varios años. Vila-Matas es una enfermedad contagiosa. Se añade a la vida de quienes lo leen, porque él mismo, Vila-Matas, es personaje, su propio augurio, y a la vez su propio crítico. En este intento de Martins, el otro del autor catalán se amasa cuerpo en su búsqueda: siempre aspira al desvanecimiento, a la desaparición. Una metáfora de la literatura…»/ Alberto Hernández.

Él es Vila-Matas, no soy Bartleby/Ensayo
1ª edición: © Ediciones Estival 2014
Colección El vitral de Duchamp nº 1
ISBN: 978-980-12-7542-8